lunes, 14 de mayo de 2007

Palabras de despedida del Papa en Brasil



Palabras de despedida de Benedicto XVI de Brasil

SAO PAULO, lunes, 14 mayo 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI al vicepresidente de Brasil, José Alencar Gomes da Silva, en la ceremonia de despedida que se celebró en el aeropuerto Sao Paulo-Guarulhos a las 19.40 de este domingo hora local.

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Señor Vicepresidente:

Al dejar esta tierra bendita de Brasil, se eleva en mi alma un himno de acción de gracias al Altísimo, que me permitió vivir aquí horas intensas e inolvidables, con la mirada dirigida a la Señora Aparecida que, desde su Santuario, presidió el inicio de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

En mi memoria quedarán para siempre grabadas las manifestaciones de entusiasmo y de profunda piedad de este pueblo generoso de la Tierra de la Santa Cruz que, junto a la multitud de peregrinos provenientes de este Continente de la esperanza, supo dar una poderosa demostración de fe en Cristo y de amor por el Sucesor de Pedro. Pido a Dios que ayude a los responsables, sea en el ámbito religioso o en el civil a imprimir un paso decidido a aquellas iniciativas, que todos esperan, para el bien común de la gran Familia Latinoamericana.

Mi saludo final, colmado de gratitud, va para el Señor Presidente de la República, para el Gobierno de esta Nación y del Estado de Sao Paulo, y para las demás autoridades brasileñas que tantas pruebas de delicadeza me quisieron dispensar en estos días.

Estoy también agradecido a las autoridades consulares, cuya diligente actuación facilitó sobremanera la participación de las propias Naciones en estos días de reflexión, oración y compromiso por el bien común de los participantes en este gran evento.

Un particular pensamiento de estima fraterna lo dirijo, con profundo reconocimiento, a los Señores Cardenales, a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, a los organizadores de la Conferencia. Todos aportaron para hacer brillar estas jornadas, dejando a cuántos en ellas participaron llenos de alegría y de esperanza -¡«gaudium et spes»!- en la familia cristiana y en su misión en medio a la sociedad.

Tened la certeza de que os llevo a todos en mi corazón, de donde brota la Bendición que os concedo y que hago extensiva a todos los Pueblos de América Latina y del Mundo.

¡Muchas gracias!

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