viernes, 4 de mayo de 2007

Antonio Mari lleva 6 Papas en el objetivo de su camara


Esta mañana tuve la oportunidad de participar en un encuentro de Arturo Mari, el fotógrafo del Papa, con estudiantes de comunicación de Roma. Arturo Mari empezó a trabajar para Pío XII y sigue siendo el fotógrafo oficial con Benedicto XVI. El diálogo de centró en Juan Pablo II, mientras en la pantalla iban pasando algunas de las miles de fotografías que Arturo Mari había realizado durante los casi veintisiete años de pontificado.

No es un hombre de retórica vana. Tiene la facultad de narrar los hechos con las palabras necesarias, ni una más. Sin pretender dar un tono “edificante” a sus palabras, la descripción que hizo de Juan Pablo II fue la de un hombre que no dedicaba un minuto a sí mismo, que no actuaba para la galería y cuya vida giraba en torno al sagrario de su capilla privada.

Dentro de esa sobriedad descriptiva, el momento más emotivo del relato fue el recuerdo de la muerte de Juan Pablo II. En la tarde del sábado 2 de abril de 2005, el secretario del Papa, don Stanislaw, le llamó para que subiera al apartamento del Papa. Cuando entró en el dormitorio, don Stanislaw dijo “está aquí Arturo”; el Papa se giró en el lecho, le dirigió una sonrisa y le dijo: “¡gracias!” Falleció seis horas después.

Y hablando del fotógrafo del Papa, mañana se inaugura una exposición en el Vaticano que recoge fotografías de Juan Pablo II y Benedicto XVI. El título es onomatopéyico.

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