jueves, 4 de enero de 2007

Los 6 objetivos del discurso de Papa en Ratisbona


¿Qué dijo el Papa en Ratisbona? El tema de su largo y magistral discurso era la relación entre fe y razón, tal y como indicaba su mismo título: "Fe, Razón y Universidad".

El islamismo no es la clave de este discurso, sino que para llegar a las tesis del mismo (fundamentalmente, que la religión se apoya en la razón y no en la violencia y en la necesidad de que las religiones contribuyan a presentar la idea racional y necesaria de Dios a un mundo como el nuestro que excluye a Dios de su vida) utiliza un coloquio de finales de siglo XIV acerca del diálogo islamo-cristiano.

Aquí entra en escena el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y su referencia brusca -"incomprensiblemente brusca"- sobre la "yijad" y sobre Mahoma. La valoración que Manuel II Paleólogo hace de Mahoma no expresa en modo alguno el pensamiento del Papa, quien calificó de "comprensible" el malestar de ciertos sectores del Islam sobre la frase del emperador.

Benedicto XVI buscaba en su discurso seis grandes objetivos:

1.- La racionalidad de la transmisión de la fe.

2.- La religión no va unida a la violencia, sino a la razón.

3.- Es necesario el diálogo de la fe cristiana con el mundo moderno y con todas las culturas y religiones.

4.- Las religiones, desde estas premisas y desde a la coherencia a ellas, han de exigir y cooperar al verdadero respeto a lo sagrado.

5.- Las religiones que adoran a un único Dios han de contribuir, también conjuntamente, a la defensa y promoción de la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad.

6.- Por fin, Benedicto XVI pretendía así dar un impulso y un aliento en pro de un diálogo positivo, incluso autocrítico, tanto entre las religiones como la razón moderna y la fe de los cristianos.

Estos planteamientos de Benedicto XVI -presentes en su discurso de Ratisbona y desarrollados más concretamente en su alocución de la audiencia general del miércoles 20 de septiembre de 2006- no son nuevos en su magisterio. Ya se refirió a ellos en su primera homilía del 25 de abril de 2005. Especial desarrollo de estas ideas hizo en Colonia, en un encuentro del 20 de agosto de 2005 con la comunidad islámica en esta ciudad alemana. Y sobre ellos abundó en Castelgandolfo el 25 de septiembre pasado, en su encuentro con los embajadores islámicos, y en Ankara, en su entrevista y posterior discurso en el Consejo de Asuntos Religiosos de Turquía, el 28 de noviembre.


Decálogo para las relaciones islamo-cristianas

La fe cristiana, amiga de la inteligencia y solícita con los necesitados –que afirmara certera y bellamente el Papa en Verona el pasado 19 de octubre- es también servidora del diálogo.

Desde estos principios y con todos los elementos de juicio desarrollados en esta exposición, podemos establecer el siguiente decálogo sobre cómo ha de ser las relaciones islamo-cristianas:

1.- Es preciso el mutuo conocimiento de los contenidos teológicos, de las tradiciones, de las praxis propias del islamismo y del cristianismo, desde el respeto a la identidad del otro y evitando la burla, la desconfianza, el estereotipo.

2.- Este conocimiento mutuo se ha de traducirse también en respeto, aprecio y amistad. Nos somos rivales ni mucho menos, enemigos.

3.- Hay que superar activamente los distanciamientos y enfrentamientos del pasado, que fueron un error, que jamás debe repartirse, promoviendo caminos de reconciliación verdadera. Para ello hay que asumir la historia, sino afanes revisionistas.

4.- Debe asimismo promoverse un diálogo verdadero, positivo y autocrítico. Se trata de un diálogo imprescindible para contribuir a la construcción conjunta de un mundo "de paz y de fraternidad".

5.- Se trata de un diálogo, no fruto de una coyuntura particular, sino expresión de una "necesidad vital, de la cual depende en parte nuestro futuro" y fruto de la misma identidad y espiritualidad religiosa.

6.- Los caminos del auténtico diálogo interreligioso pasan por la solidaridad y la colaboración. Son caminos asimismo de humildad, de perseverancia, de sinceridad.

7.- Es necesario tomar conciencia de la actual situación del mundo, marcada por el relativismo y que demasiado frecuentemente excluye la trascendencia de la universalidad de la razón y de su estrecha vinculación y lógica con la fe. En este sentido, cristianos y musulmanes deben rechazar toda discriminación que venga por causa de la religión, apoyando y basando la religión en el encuentro fecundo entre razón y fe y excluyendo todo amparo, toda justificación de la violencia, del uso de la fuerza y de los fanatismos fundamentalistas, tanto en sus expresiones públicas como en sus manifestaciones y vivencias internas y privadas.

8.- La reciprocidad es una de las claves esenciales de este diálogo y relación entre religiones, sobre todo, en lo referente a la libertad religiosa y a la libertad de culto. A este respecto, es especial luminoso el discurso del Papa Juan Pablo II, en Casablanca (Marruecos), en agosto de 1985.

9.- Cristianos y musulmanes han de prestar un servicio conjunto a la justicia social, a los valores morales, a la paz y a la libertad.

10.- Cristianos y musulmanes han de dar testimonio de perdón, de reconciliación y de amor. De ese amor, de esa caridad a la que aludía el Papa Gregorio VII, a finales del siglo XI, "porque nosotros -cristianos y musulmanes- creemos en un solo Dios, aunque de manera diferente, y porque lo veneramos y lo alabamos todos los días como creador y soberano del mundo".

Fuente: Catholic.net

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