jueves, 19 de abril de 2007

Se cumplen dos años de Benedicto XVI como Papa


Ya han transcurrido dos años desde el 19 de abril de 2005, cuando a las 17.50 horas local el humo blanco que salía por la chimenea de la capilla Sixtina anunció al mundo que ya había sucesor de Juan Pablo II, el cardenal alemán Josep Ratzinger.

Ratzinger ha cumplido hace dos días 80 años. Físicamente se encuentra bien, se le ve contento, afectuoso y cercano y emprende el tercer año de Pontificado con importantes retos, como son la mejora de las relaciones con las iglesias ortodoxas, con el mundo islámico y con China, donde los católicos son perseguidos por el régimen comunista.

Uno de los objetivos de su pontificado, según dijo en la primera misa que ofició como Papa, es promover la unidad de los cristianos, un camino que no se presenta fácil, debido a las fuertes diferencias que siguen separando a la Santa Sede y al Patriarcado Ortodoxo de Moscú, que sigue acusando a Roma de proselitismo.

Aunque en los últimos meses las dos iglesias han mantenido alguna reunión, un encuentro entre Benedicto XVI y el poderoso patriarca Alejo II, no se vislumbra en el horizonte y menos un viaje del Papa a Moscú, el sueño que no pudo cumplir Juan Pablo II.

Las relaciones con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla sí son fluidas y prueba de ello fue la visita de Benedicto XVI en noviembre pasado a Estambul, un viaje que también sirvió para recomponer las relaciones con el mundo islámico tras el polémico discurso que pronunció en septiembre en Ratisbona (Alemania).

Y es que la cita que hizo del diálogo entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un erudito persa, en el que el mandatario decía que 'Mahoma no había traído nada novedoso excepto la orden de extender la fe mediante la espada' puso en pie de guerra al mundo musulmán.

Los gestos realizados, entre ellos sus manifestaciones favorables a la entrada de Turquía en la UE y el rezo durante unos minutos en el 'Mihrab' de la mezquita Azul de Estambul, el lugar que mira hacia La Meca, devolvieron aparentemente las aguas a su cauce.

Aparentemente, ya que recientemente el imán de Al-Azhar (Egipto), el jeque Mohammed Said Tantawi, considerado una de las máximas autoridad suníes, canceló la visita prevista para el pasado 22 de marzo al Vaticano, debido, según fuentes religiosas, a la presión de los sectores más intransigentes del Islam, que siguen sin 'perdonar' al Papa.

Por ello, el restablecimiento de las buenas relaciones será uno de los objetivos de este año que emprende.

También se espera para fechas próximas la carta que el Papa anunció que escribiría a los católicos chinos, tras la cumbre celebrada a finales de enero con los obispos de ese país y en la que el Vaticano manifestó su voluntad de proseguir 'el camino de un diálogo respetuoso y constructivo' con las autoridades de Pekín para 'superar las incomprensiones del pasado'.

En China los católicos, entre 13 y 15 millones, están divididos entre la Iglesia Patriótica, controlada por el Partido Comunista, y los católicos fieles al Vaticano, que son perseguidos y encarcelados.

China es uno de los escasos países que no tiene relaciones con el Vaticano. Pekín le exige que rompa relaciones diplomáticas con Taiwán y deje de 'interferir' en los asuntos internos.

Benedicto XVI considera a Asia -donde los cristianos son minoría, con la excepción de Filipinas-, como uno de las zonas del mundo para la nueva evangelización.

La mirada también la tiene en América Latina, donde viven la mitad de los 1.300 millones de católicos. El avance de las sectas y la secularización preocupa al Vaticano y Benedicto XVI acudirá del 9 al 14 de mayo a Brasil a la inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), donde dará su respaldo a la iglesia del continente que Juan Pablo II llamó 'de la esperanza'.

También se espera un documento sobre la misa tridentina, celebrada en latín, restringida por el Concilio Vaticano II, que puede suponer la vuelta a la Iglesia católica de los 'lefrebvianos', los seguidores del arzobispo cismático Marcel Lefebvre.

La misa en latín nunca fue oficialmente suspendida, pero cayó en desuso tras el Vaticano II, que introdujo la actual. Hasta ahora para oficiarla se tenían que recoger firmas y pedir el permiso al obispo de la diócesis, que podía rechazar la petición.

El 'Motu Proprio' (documento) de Benedicto XVI permitirá celebrarla de manera casi automática si la piden un cierto número de personas, como ya ocurre con otros ritos, como el bizantino, el mozárabe o el sirio-antioqueno.

En este segundo año Benedicto XVI escribió un libro sobre Jesús, con el objetivo de recuperar la identidad cristiana; viajó también a España y Polonia y nombró un nuevo 'primer ministro', el cardenal Tarcisio Bertone, un nuevo paso en la renovación de la Curia, cambios que, según los observadores vaticanos, van más lentos de lo que se esperaba del Papa Ratzinger.

Fuente: Terra.es

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