jueves, 1 de febrero de 2007

Joaquin Navarro Vals escribe sus memorias


El jurado de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española entregó el pasado 23 de febrero el Premio ¡Bravo! al ex portavoz dEl Vaticano, Joaquín Navarro Valls, por su gran labor durante veintidós años en la Oficina de Prensa dEl Vaticano. Joaquín Navarro Valls confiesa en la entrevista que siente que ha recibido mucho más de lo que ha dado en su labor como portavoz en El Vaticano, y afirma que el haber trabajado como portavoz de Juan Pablo II y Benedicto XVI le ha cambiado mucho como persona, ya que ahora tiene mucho más optimismo sobre el ser humano.

-¿Qué ha supuesto para usted el ser galardonado con el Premios ¡Bravo! ?

Es un reconocimiento que aprecio muchísimo, sobre todo, porque viene de una entidad profesional como es la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española. Por otra parte, este galardón me ha dado la oportunidad de venir a España, aunque sólo sea por unas pocas horas para coger el premio.

¿ cuál cree que ha sido la razón principal por la que es merecedor de este premio?

El trabajo realizado en El Vaticano ha sido un trabajo excepcional por las dos personalidades excepcionales con las que he estado trabajando, primero con Juan Pablo II, y luego con Benedicto XVI . En relación con este hecho, sólo puedo repetir lo que dije cuando dejé definitivamente la Oficina de Prensa dEl Vaticano, tengo la conciencia de que en estos años en El Vaticano he recibido mucho más de lo que yo he podido dar con mi trabajo, cuando se trabaja con dos personalidades tan excepcionales como son Juan Pablo II y Benedicto XVI se recibe siempre mucho más de lo que se da.

¿De qué se siente más orgulloso de sus años de trabajo como director de la Sala de Prensa de la Santa Sede?

Con orgullo personal de nada, yo cambiaría la palabra orgullo por el de responsabilidad , cuando se trabaja con dos grandes personalidades durante años, se tiene para el resto de la propia vida una gran responsabilidad. No se puede estar tan cerca de personas con tanta riqueza humana y espiritual, y permanecer indiferente frente a este hecho.

Un recuerdo entrañable de sus años como director de la Sala de Prensa dEl Vaticano...

Por ahora, por la proximidad de los acontecimientos, los veinte años con Juan Pablo II, se me presentan a mi imaginación como un todo único, naturalmente el haber estado con él hasta sus últimos momentos de su vida, esos últimos tres días hasta su muerte, tienen una particular significación, por haberle visto sufrir, y al mismo tiempo, ser testigo de la serenidad con la que Juan Pablo II afrontó su última batalla, su propia muerte.

- ¿Se podría decir que fue lo más duro por lo que tuvo que pasar como profesional y como persona en su trayectoria como portavoz de la Santa Sede?

Circunstancialmente podría citar distintas cosas en varios momentos, pero la dificultad en sí, en el fondo, siempre es la misma. En una época, al menos en Occidente, que se presenta como escéptica, hacer entender los grandes valores sobre el hombre, y sobre el ser humano que tiene la religión católica, tiene una gran dificultad.

El haber sido director de portavoz de El Vaticano le habrá enseñado muchas cosas, ¿cuál destacaría?

De Juan Pablo II destacaría la idea de que el ser humano vale mucho más de lo que el mismo ser humano piensa que vale; de Benedicto XVI, una gran confianza en la razón humana, la palabra razón y racionalidad están muy repetidas en los escritos de Benedicto XVI, desde este punto de vista, podría decir que con él he aprendido a pensar.

¿Qué cualidades principales destacaría de Juan Pablo II y de Benedicto XVI en su labor en El Vaticano?

Benedicto XVI tiene una riqueza conceptual extraordinaria y una facilidad para comunicar esa gran riqueza de conceptos. En Juan Pablo II, el impulso tremendo de la difusión de la verdad, de ese universo de valores humanos y cristianos, que lo llevaba a viajar constantemente, y a no fatigar esfuerzos, así el Papa vino cinco veces a España.

-El hecho de haber trabajado al servicio de dos personalidades comoJuan Pablo II y Benedicto XVII, ¿le ha cambiado algo a usted como persona?

Me ha cambiado mucho, pero todavía no soy capaz de valorar todo lo que recibido durante estos años, pero naturalmente me ha cambiado mucho como persona, ya que me ha dado más optimismo sobre el ser humano, me ha dado más rigor de pensamiento. He aprendido a intentar entender las cosas antes de comunicarlas y me ha dado un gran optimismo, incluso en situaciones que parecen muy difíciles o negativas.

-¿Qué es lo que más valora, y qué es lo que más le preocupa de nuestra sociedad ?

Hay por un lado, una gran sensibilidad a los temas de asistencia social. Sin embargo, hay por otro lado, un gran límite en Occidente que se basa en que se sabe todo o casi todo sobre el ser humano, pero resulta que no sabemos quién es el ser humano, en consecuencia, surgen problemas que se reflejan en discusiones como la eutanasia y sobre una serie de cosas, porque no se sabe quien es el ser humano, y no se sabe en que medida se le tiene que respetar. Por ejemplo, el hecho del aborto, es una bestialidad enorme, si se tiene que respetar la dignidad del hombre, no entiendo porque se tiene que respetar la dignidad de la persona sólo cuando tiene una cierta edad, y no cuando está a punto de nacer. Estoy seguro que las futuras generaciones calificarán esta época como una época bárbara en relación a este tema.

¿Tiene algún otro proyecto a nivel personal y profesional?

Soy responsable de una Universidad de Medicina en Italia de alto prestigio, cuya tarea es integrar dentro de los conocimientos de las ciencias positivas una reflexión antropológica en profundidad sobre el tema de quién es el ser humano. A nivel personal, como proyecto, me estoy planteando el hecho de escribir mis memorias de estos veinte años vividos con Don Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero esperaré algún año más hasta poder ver los temas con más perspectiva.

Fuente: Europa Press

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