domingo, 25 de febrero de 2007

Dos reglas del Papa para entender a los movimientos


Según Benedicto XVI, hay dos reglas fundamentales que es necesario aplicar para que los movimientos eclesiales mantengan una relación armónica con la Iglesia universal: «no apagar los carismas» y «la Iglesia es una».

Así lo explicó este jueves al responder a una pregunta del padre Gerardo Raúl Carcar, de la comunidad de los Padres de Schönstatt, llegado a Roma hace seis meses desde Argentina para ser vicario cooperador de la Parroquia de san Jerónimo en Corviale.

En su respuesta, ante los sacerdotes de la diócesis de Roma, el pontífice aclaró que por su experiencia considera que las relaciones entre movimientos y obispos dependen mucho «de las personas en concreto».

Por eso, presentó sus dos reglas. En primer lugar, citó a san Pablo en la Primera Carta a los Tesalonicenses, cuando dice «no apaguéis los carismas».

«Si el Señor nos da nuevos dones tenemos que dar gracias, aunque a veces sean incómodos --aclaró--. Y es algo bello el que, sin que se haya dado una iniciativa de la jerarquía, con una iniciativa desde abajo, como se dice, aunque también provenga desde lo Alto, es decir, como don del Espíritu Santo, nazcan nuevas formas de vida en la Iglesia, como nacieron en todos los siglos».

Citó el ejemplo de san Francisco de Asís, al fundar la Orden franciscana, y de san Benito, fundador del monaquismo occidental, para constatar que en ambos casos, inicialmente, se trataba de movimientos.

«En todos los siglos han nacido movimientos», aclaró. «Se integran en la vida de la Iglesia, aunque en ocasiones no falten sufrimientos y dificultades».

«De este modo, también en nuestro siglo, el Señor, el Espíritu Santo, nos ha dado nuevas iniciativas con nuevos aspectos de la vida cristiana: al ser vividos por personas humanas con sus límites, crean también dificultades», constató.

Al comentar la segunda regla, «la Iglesia es una», afirmó: «si los movimientos son realmente dones del Espíritu Santo, se integran y sirven a la Iglesia y en el diálogo paciente entre pastores y movimientos nace una forma fecunda, en la que estos elementos se convierten en elementos edificantes para la Iglesia de hoy y de mañana».

«Este diálogo tiene lugar a todos los niveles. Comenzando por el párroco, por el obispo, por el sucesor de Pedro tiene lugar la búsqueda de las oportunas estructuras: en muchos casos, esta búsqueda ya ha dado sus frutos», afirmó.

«En otros casos, todavía se está estudiando. Por ejemplo --reveló--, se nos pregunta si, después de cinco años de experimento, hay que confirmar de manera definitiva los Estatutos del Camino Neocatecumenal, o si todavía hace falta un tiempo de experimento, o si quizá hay que retocar un poco algunos elementos de esta estructura».

«Yo he conocido a los neocatecumenales desde el inicio --afirmó--. Ha sido un Camino largo, con muchas complicaciones que se dan también hoy, pero hemos encontrado una forma eclesial que ha mejorado mucho la relación entre el pastor y el Camino. ¡Y seguimos adelante así!».

«Lo mismo vale para los demás movimientos», aseguró.

Al sintetizar las dos reglas fundamentales, el Papa propuso estas actitudes: «gratitud, paciencia, y aceptación de los sufrimientos, que son inevitables».

«También en un matrimonio se dan siempre sufrimientos y tensiones. Y sin embargo, siguen adelante y así madura el verdadero amor. Lo mismo sucede en la comunidad de la Iglesia: tengamos paciencia juntos», propuso.

«Damos las gracias al Espíritu Santo por los dones que nos ha dado --concluyó--. Seamos obedientes a la voz del Espíritu, pero seamos también claros a la hora de integrar estos elementos en la vida: este criterio sirve, al final, a la Iglesia concreta y de este modo, con paciencia, con valentía y generosidad el Señor nos guiará y ayudará».

Fuente: Ecclesia.com

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