domingo, 18 de febrero de 2007

El Papa visita el seminario Mayor de Roma


También este año el Santo Padre, el sábado precedente al Miércoles de Ceniza, visita, hoy, el Seminario Romano Mayor en ocasión de la fiesta de Nuestra Señora de la Confianza. Hemos entrevistado por este motivo al rector del seminario Mons. Giovanni Tani. ¿Por qué el encuentro del Papa con sus seminaristas tiene lugar en esta fiesta litúrgica?

R: Porque esta es la fiesta principal de nuestro Seminario: es la Fiesta de nuestra Patrona. El Papa, que es el obispo de Roma, viene a tomar parte en la fiesta de su Seminario. Ya lo hizo Pablo VI. Después, Juan Pablo II consolidó esta tradición: vino casi todos los años, en ocasión de la Fiesta de Nuestra Señora de la Confianza; para Benedicto XVI este es el segundo año.

¿Cómo se puede ayudar a hacer crecer las vocaciones en un contexto a menudo tan alejado de Dios?

R: Nosotros cada año tenemos una decena de jóvenes que entran en el Seminario; se está preparando ahora un grupo en el propedéutico y otros en el Seminario menor: por tanto tenemos una media anual de diez. Harían falta más, sin duda. ¿Qué podemos hacer? Yo creo que cuando se prueba que Dios no está lejos; cuando la pregunta encuentra un sentido en Él, la respuesta es más sólida; entonces es más fácil sentir la llamada, el Señor que dice: “Sígueme!” Pienso que sería necesario que a los jóvenes no les faltara nunca el momento de oración, de reflexión, de silencio. Es por ello que no pienso en un gran número de jóvenes, sino en aquel grupo reducido capaz de acoger propuestas espiritualmente fuertes. Creo asimismo que el tema de la vocación tendría que ser presentado de una manera más explícita, aparecer incluso como una cosa normal en las homilías, no ocasionalmente; intentar explicar que la vida de fe es una respuesta a una llamada de Dios. Y luego, no solamente dirigirse a los jóvenes, sino que este discurso es válido también para los chicos en edad escolar, porque ellos en este momento de su vida están soñando su futuro. Proponerles por tanto un gran ideal, no es equivocado. Y luego, extender este compromiso también a los grupos de los ministrantes, no hay que olvidar que muchos seminaristas antes han sido monaguillos.

¿De qué manera se puede ayudar a un joven con claros signos vocacionales?

R: Yo creo que ante todo se le debe escuchar mucho, invitarlo a ponerse en un camino de oración y de dirección espiritual; ayudarlo a que reflexione, a que entienda bien cuáles son las motivaciones que lo guían, que los inspiran a este deseo; darle tiempo; darle la posibilidad de que hable de él, antes que hablarle a él. La vocación es una cosa muy profunda, que tiene necesidad de ir surgiendo y manifestarse gradualmente.

¿Qué tipo de vida le espera a un joven que entra en el seminario?

R: Sobre todo encuentra amigos. Amigos que como él, comparten el mismo ideal, la misma llamada. Esta amistad dentro del Seminario es uno de los puntos más importantes. Luego, encuentra ayudas educativas, espirituales, culturales. Y después en este ambiente, puede dar una libre respuesta, una respuesta a la gracia de Dios que les acompaña. Y en esta progresión, poco a poco, se forman los sacerdotes.

¿Qué tipo de sacerdotes espera hoy el mundo?

R: Yo creo que hay un mundo que no espera sacerdotes. Pero hay un mundo que se sorprende mucho cuando encuentra sacerdotes sensibles, atentos, generosos, como sucede en las parroquias: la gente está muy contenta cuando encuentra sacerdotes así, cuando son capaces de iluminar los contenidos de la fe y hacer entender lo importantes que son para la vida. Sacerdotes que saben intuir el mundo de Dios, el mundo del alma; hombres profundamente espirituales; sacerdotes que creen en la comunidad y en ella dan espacio a la responsabilidad de los laicos, tanto hombres como mujeres…hay sacerdotes así, que son muy amados por la gente.


Fuente: Radio Vaticano

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